sábado 18 mayo 2024
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MENTIRAS DE LA “GOBERNADORA DE LA SALUD”


8 febrero, 2024

(Fabián Robles/8 de febrero 2024) Señora gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros: tengo ante mí un boletín difundido el pasado 6 de febrero por su área de Comunicación.

Con mucha sorpresa, pero sobre todo con más decepción, leo que usted se ufana con orgullo de ser “la gobernadora de la salud”.

Leo también que, según usted, “atender la salud de los tlaxcaltecas es prioritario” para su administración y que “ha sido parte fundamental la planeación de los recursos (…) para que estemos a la vanguardia”.

Usted, señora gobernadora, se siente “orgullosa de que hoy Tlaxcala tenga los mejores equipos, inclusive de todo (sic) Latinoamérica”.

Con pesar, y también con preocupación, lamento contradecirla: la realidad que se vive en los hospitales públicos es muy distinta a todo lo que usted pregona.

Ojalá estas líneas escritas no por la visión del reportero que soy desde hace 35 años, sino por el ciudadano común como tantos de mis paisanos, sirvan para corregir lo que está mal…por el bien de todos quienes habitamos en esta tierra tan generosa.

La semana pasada, por complicaciones de salud de un familiar tuve la necesidad, o mejor dicho el infortunio -no se le puede llamar de otra manera- de llegar al Hospital IMSS Bienestar de Huamantla, mi tierra de luz.

No sé si usted esté enterada -y si se lo ocultan es peor, para desgracia de los tlaxcaltecas todos- pero al menos en ese nosocomio hay un grave desabasto de medicamentos y material de curación. Nadie me lo cuenta.

¿Y la planeación de los recursos de la que usted habla? ¿O es que entonces hay una mala planeación y por eso las carencias? ¿Quién o quiénes son los responsables?

Es increíble que ni siquiera guantes quirúrgicos para curar una herida tengan en ese hospital y el personal tenga que pedirlos sin desdoro alguno a familiares de pacientes. Tampoco es aceptable que se carezca de suero para canalizar a un enfermo.

Le cuento que también hubo la necesidad de realizar un ultrasonido, pero como en el hospital de Huamantla no hay el equipo necesario, la única opción fue hacerlo en un laboratorio particular.

Llama la atención esa carencia, sobre todo porque usted pregona que Tlaxcala hoy día cuenta con los mejores equipos de toda Latinoamérica. Si es como usted afirma, entonces ¿dónde están? ¿Guardados en cajas de cartón y arrumbados en un almacén cubriéndose de polvo y moho? ¿O no los usan para evitar su desgaste?

Quisiera que todo eso fuera una pesadilla, pero no. Es la realidad que se vive día a día.

Como tan real fue ver a un hombre joven llegar en patineta -¡sí en patineta, como lo lee usted bien!- hasta el área de urgencias del hospital ubicado a un costado del camino que lleva del centro de Huamantla a la Malinche.

Ignoro cómo le hizo ese hombre para llegar hasta ahí en busca de atención médica urgente, pese a un fuerte dolor abdominal que le aquejaba. También desconozco la distancia recorrida, pero quiero creer que su necesidad fue mayor a cualquier impedimento o dolencia.

Triste, lamentable y reprobable fue el trato dado a ese tlaxcalteca que esperó mucho tiempo con la confianza de ser atendido como lo necesitaba y merecía, como cualquier persona.

¿Sabe usted, señora gobernadora? El hombre del que le hablo, el que llegó en patineta al área de urgencias del hospital, no era alguien en plenitud de facultades físicas, sino una persona con discapacidad: le amputaron las dos piernas y por eso tiene que moverse así, en esa tabla con ruedas.

¿Eso no es inhumano para cualquier autoridad que presume de atender la salud de todos sus gobernados como un asunto prioritario?

Le reitero: nada es inventado. Desafortunadamente todo es real.

Para salvarse, quizá los directivos y demás personal puedan mentirle a usted y decirle que nada es cierto, que todo está bien, pero no es así. Un asunto tan delicado y necesario como la atención a la salud no admite mentira alguna. Ojalá usted lo comprenda así.

Entiendo que hay protocolos para atender las urgencias según las prioridades, pero en este caso, por tratarse de alguien en esas condiciones, creo que merecía un mejor trato y no hacerlo esperar horas al lado de una mujer que llegó poco después.

A un hospital nadie va por diversión, ni de día de campo, sino por necesidad y a veces de manera urgente.

Si tiene duda de lo que escribo, la conmino a que investigue, pero investigue a fondo, sin sesgos y teniendo en el horizonte llegar a la verdad, sin autocomplacencia solo por cuidar su imagen y la de su gobierno. Si lo hace, verá que alguien le oculta esa lacerante verdad y por eso usted nos miente.

Se trata, señora gobernadora, del derecho a la salud. Nada más que eso.

Usted, que se ufana de ser “la gobernadora de la salud”, ojalá corrija lo necesario para ganarse a pulso ese título y entonces sí pida el aplauso y el reconocimiento, pero no aquel producto de la lisonja fácil, sino el auténtico, el que no se escamotea cuando las cosas se hacen bien.

No olvide que miles de tlaxcaltecas -que no tenemos ni el privilegio ni la suerte de la burocracia dorada, sindicalizada o de confianza, de ser atendidos en clínicas particulares- tenemos que recurrir al servicio médico público. Ese al que el Estado mexicano debe y tiene que proporcionarnos, no como una graciosa concesión, sino como obligación. No tenemos más que elegir entre recurrir a un hospital público o endeudarnos para ser atendidos por un médico privado. ¿Cuál es la mejor opción?

Aspirar a una atención de calidad, oportuna, eficiente y con calidez, es algo que todos merecemos. No puede ni debe haber tlaxcaltecas de primera ni de segunda. Por tanto, los servicios de salud no se deben escamotear a nadie y, por el contrario, deben ser una auténtica e irrenunciable prioridad para cualquier autoridad. No se trata de simulación, sino de hechos.

Tal vez sea una frase muy trillada, aunque en casos como este nunca mejor aplicada, pero no olvide que “con la salud no se juega”. Y menos se miente.